lunes, 20 de junio de 2011

EL VIAJE

Llegamos a Santiago sin problemas y a la hora prevista, aunque dimos un pequeño paseo por el aeropuerto, el inconsciente parecía tener prisa por despegar. Llegamos al Monte del Gozo al mismo tiempo que nuestros compañeros de Lugo y nos alojamos en una habitación para ocho personas, con la inestimable ayuda de Gonzalo, responsable de Special Olympics Galicia.
Después de un corto sueño nos preparamos para iniciar el viaje con mucha ilusión y conociendo a los que serán nuestros compañeros en esta aventura (Juan, Vila e Iván de la asociación ASPNAIS).
Ya en Lavacolla nos encontramos con el último miembro de la expedición gallega, Darío (ASPAS) e hicimos los preparativos de costumbre para poder embarcar en el avión.


El viaje en avión transcurrió con mucha tranquilidad por lo que nuestro encuentro con el resto de la delegación española en Barajas fue según lo previsto. Allí nos encontramos con viejos conocidos de toda la península por lo que el tiempo de espera para tomar el avión a Atenas transcurrió muy rápido.

Durante el vuelo de Atenas aprovechamos para comer y recuperar algo del sueño perdido la noche anterior.
En Atenas la organización ya lo tenía todo preparado para recibirnos e indicarnos que debíamos hacer, la mejor noticia fue que no nos tendríamos que preocupar de las maletas hasta llegar al hotel en Creta.
Tuvimos que pasar un buen rato en el aeropuerto para que los responsables de la delegación española tramitasen toda la documentación necesaria para nuestra participación en los Juegos Mundiales Special Olympics. Pero esta espera fue muy gratificante, pues tenían una nave inmensa preparada con un montón de actividades y nos dieron un pic-nic para ir merendando.


Al salir del aeropuerto sólo sabíamos que tendríamos que tomar un barco hasta Creta. Al llegar al puerto sólo se oían gritos de admiración de todos los participantes al ver los enormes Ferrys que estaban atracados y pensando en el camarote y la merecida ducha.

La entrada al Ferry fue espectacular, pues lo hicimos en el autobús, que nos dejó al lado de las escaleras mecánicas que nos llevaban al interior del barco.


Al subir nos dirigieron a una zona en la que había unas butacas muy cómodas en las que esperar hasta que nos avisasen para cenar, no tuvimos que esperar mucho y cenamos con mucha tranquilidad, a pesar de que éramos muchísimos comensales, pues ya se nos habían unido delegaciones como Luxemburgo, Egipto, Eslovenia, Islas Martinicas, Marruecos… Ya os hemos dicho que el barco era enorme.

Al acabar de cenar llegó la sorpresa, las butacas tan cómodas serían nuestra cama esa noche, y os aseguramos que fue una noche larga, pues las butacas casi no se reclinaban y no facilitaban encontrar una buena postura para el sueño. Llegamos a la isla de Creta muy, muy, muy, pero que muy cansados y con mucha ilusión por llegar al hotel y darnos una buena ducha.


Durante el trayecto pasamos delante de varias playas y pudimos observar la cercanía de las montañas cretenses, se ven casas muy pintorescas y zonas de apartamentos en las playas, al llegar a una de estas zonas vimos un impresionante hotel que llamó la atención de todos y a más de uno nos hizo desear que ese fuese nuestro hotel, aún sabiendo que era muy lujoso. Cuál fue nuestra sorpresa cuando el autobús se desvió para entrar y dejarnos en la misma entrada del hotel, eran las 7 de la mañana.

Anécdota del día. Nos sorprendió muchísimo la forma de viajar en el Ferry, los viajeros pasan la noche durmiendo en los sitios más curiosos y en las posturas más imposibles que os podáis imaginar.

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